miércoles, 14 de julio de 2010

Huele a fin (2)...

Esta entrada va dedicada a las vistas cecesarias, al güindon y a los coptes.
Cuatro años encerrado en un pequeño edificio que cualquier persona con un mínimo de buen gusto tildaría de horroroso como poco, que parece que aún no ha sido acabado, es lo que me ha llevado concluir el único proyecto ambicioso que he escogido por propia iniciativa. O sea, mi carrera.

Con esta entrada quiero recordar la famosa báscula de química, que había que llevarla al servicio técnico alemán para arreglarla, o dejar que un tal Daniel pulsara un botón mejor; quiero recordar que las soldaduras no se deben retocar bajo ningún concepto o ver cómo el PAINT de un tal MANOLO no tiene virus, excepto el que tienen todos los PAINT; recordar cómo en un examen de ampliación de teoría de circuitos iban a entrar hasta tres puntos sobre las encuestas de calidad de la enseñanza o cómo un tal Sebástian no nos dejaba tiempo a ir al baño.

Han sido cuatro años de TODO; y cuatro años que bien merecen la pena una mención especial. Cuatro años de interminables viajes de aquí para allá, de largas horas en los pasillos repasando o acabando pequeños trabajos que no se hacían cuando debían, y de continuos bostezos en clases de todo tipo.

Cuatro años de torrijas, de cosas ramplonas, que cosas que huelen a “quemado”, cómo un tal MGT nos secuestraba o un FGS nos contaba historias sobre informáticos lerdos. Cuatro años desde que descubriéramos que al igual que a los namekianos, a Sebástian no le gusta que silben; o saber que se le daba bien saber quién era nuevo por allí.

Creo que me podría pasar como cuatro entradas más de este tamaño hablando sobre la politécnica. Sinceramente, no sé si tener respeto o asco al edificio y a lo que conlleva. Múltiples incompetencias hacen que la vida que se supone la mejor (estudiante) no haya sido tan idílica como debería. Eso sí, se me ocurren unos cuantos nombres a los que “salvar” y a los que cabe agradecer los servicios prestados. Y después de todo, ahora tengo un título que dice que soy ingeniero y que, presuntamente, me abrirá muchas puertas. Una lástima que la primera puerta que me abre es la de salida de la politécnica por una última incompetencia, aunque al menos esta incompetencia no es culpa de nuestros profesores si no del gobierno central.

Con un futuro más incierto que nunca, se despide Toño XD